06 noviembre 2005

Nuestro cerebro posee la facultad de la “visión ciega” ...



Es lo que revelan los últimos estudios al respecto. Una investigación desarrollada en la Universidad Rice ha comprobado que a pesar de la anulación de la corteza visual, que es la parte del cerebro que procesa las imágenes procedentes de los ojos, las personas son capaces de percibir objetos. Entre el 75% y el 81% de las descripciones realizadas por los voluntarios del experimento eran correctas, lo que significa que gran parte de la información que llega al cerebro se procesa de manera inconsciente. El estudio descubre nuevos indicios de la “visión ciega” y da nuevas esperanzas a personas que han sufrido daños físicos en la corteza visual primaria. La investigación, se realizó de la siguiente manera: se anuló temporalmente y de manera reversible la capacidad de visión de una serie de voluntarios cuyos cerebros estaban en perfecto estado de salud. El procesamiento de la información visual de estos voluntarios se detuvo gracias a impulsos eléctricos momentáneos (denominados estimulación magnética transcraneal) dirigidos hacia la región del cerebro conocida como corteza visual, que es la que se encarga de realizar los procesos que nos permiten “decodificar” las señales que nos llegan desde los ojos. La información visual es de hecho uno de los procesos más complejos de la actividad cerebral. Alcanza la retina tras atravesar los ojos, donde la imagen se forma invertida. Las señales son procesadas como impulsos nerviosos que viajan, inicialmente por el nervio óptico, para alcanzar el tálamo dorsal y luego la corteza visual. Durante la investigación, en el momento en que los estímulos eléctricos detuvieron el procesamiento de la información que realizaba esta región cerebral, los voluntarios –prácticamente ciegos durante unos instantes- fijaron sus ojos en la pantalla de un ordenador en la que aparecieron las siguientes imágenes: una línea horizontal o vertical y una esfera roja o verde. Todos ellos aseguraron que no habían visto nada de lo que les había mostrado el ordenador y, sin embargo, algo recordaban. De hecho, al ser preguntados acerca de lo que había aparecido en la pantalla, el porcentaje de aciertos fue mucho mayor de lo que hubiese permitido el azar: el 75% de las respuestas fueron correctas en lo que respecta a las posiciones de las líneas y el 81% lo fueron en lo referente al color de las esferas. Y todo ello sin que sus cerebros hubieran podido los datos visuales del experimento, debido a la inhibición temporal de la corteza visual.

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