22 diciembre 2005

Hoy conocimos a Einstein ...


Barcelona está muy fria... el aire me corta la cara y camino con mi pequeña a tomar el tren. Vengo cansada de un día largo, intentando ordenar mi mundo emocional en éstas fechas que en parte... no me gustan nada. Siento que camino sin rumbo y pienso poco. Agus también está cansada, su carita se apoya en mi cuerpo buscando calor. Está cansada pero igual me habla. Me pregunta si los números tienen fin... ¿cómo?, le digo. Si mami, ¿podrías decirme si los números se terminan? Le digo que espere a llegar a casa, (no tengo ánimo) que hablamos de eso luego, y ella asiente con su mirada. Frente a nosotros, percibo que alguien nos mira. Levanto la mirada y veo al Sr. Einstein en persona. Igualito!!, y nos sonríe. Tan igual lo veo, que río por dentro. Hemos leído días pasados con Agus las cartas que tantos niños enviaron a Einstein en un libro encantador: "Querido profesor Einstein". Agus sabe que el 2005 es el año de la Física, hemos hablado de ello. El Sr. la mira y le dice: ¿Te gustan las matemáticas? Agus le responde que le encantan y que se le dan muy bien. El hombre saca una libretita de su chaqueta y se traslada a nuestro asiento, y en un momento comienzan a jugar: calculan en qué año ha nacido él, en qué año ha nacido ella y así sucesivamente. Luego le pregunta, ¿te explico más cosas? Justo a quien!! pensaba yo, no podremos bajar del tren!!. El hombre corta un papel y comienza a hablarle de la Papiroflexia, haciendo en pocos minutos ante los ojos de la niña una serie de estrellas, flores y guirnaldas. Agus le pide que siga, que le encanta que le enseñen cosas. Intercambian los email!! porque ella le explica muy suelta que tiene uno para comunicarse con sus amigos y familia. El hombre me mira a los ojos y me dice: "El deseo de aprender de un niño es el comienzo de una gran llamarada". Tiene razón . Joan Pau es catalán, 66 años, ingeniero jubilado y todo un maestro a la hora de enseñar a los niños. Cuando bajamos del tren, nos alejamos con las manos en alto, saludando. Yo lo había callado, pero Agus lo puso en palabras con la ingenuidad que sólo tienen los niños: "Mami, ese señor era Einstein!!". Volví a sonreír, porque todos los días tienen algo que vale la pena ... sólo hay que saber dónde mirar y relativizar las cosas. Silvana.