19 marzo 2006

"Ese momento que considero...


tan egoístamente mio".

Los Aeropuertos han sido durante años para mi, edificios de emociones fuertes, cargando una importante cuota de angustia. Recuerdo despedir a mi abuela (durante la dictadura militar en Uruguay), viajar a reencontrarse con una de sus hijas en aquél país donde en invierno, a las 3 de la tarde ya es de noche.

En una sucesión de abrazos, palabras de aliento y un mar de lágrimas, la ida al Aeropuerto comenzó a ser casi cotidiana. Familia, amigos, mi propio hermano quien se fue y regresó sin vida.

A partir de ese momento, el efecto fue peor, y cada entrada al Aeropuerto era la muerte de mi alma. Como una suerte de pérdida de conocimiento comencé a rechazarlo, así como con otros lugares que sólo descomponían mi cuerpo, porque la memoria no te da respiro, y te persigue, para que asumas la realidad absurda, de un orden cronológico en la vida que no es tal, que nada tiene que ver con el lugar donde naciste; ni con el dinero que te toque en suerte; ni de la edad que tengas en ese momento; ni la calidad de vida que lleves; sino con el jodido destino de cada uno.

Quince años más tarde, siento la misma sensación esperando tu llegada, el estómago se descompone y los recuerdos llegan todos juntos, de golpe. Despejo mi cabeza con un solo objetivo, centrarme en el presente. Te demoras un tiempo que se me hace eterno. Las indicaciones en los Aeropuertos siguen siendo malas, y tu maleta, la última en aparecer sobre la cinta. Por fin te veo, sonreímos con la mirada, ese momento… mi estómago sigue apretado, pero ya no de ausencias, sólo de reencuentros felices. Era una factura pendiente en mi corazón. Te abrazo fuerte y te digo… bienvenida a casa. Silvana.



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Letra: "Armando Manzanero" - Ese momento, cuando tus pasos van sonando en la escalera, me vuelvo loca, mi sangre hierve y mi pulso se acelera. Y me imagino la humedad de tu esperado respirar, y me estremezco de saber como te voy a conquistar. Ese momento, que considero tan egoístamente mío. Ese momento, donde se acaban expresiones y palabras, cuando tus manos, se depositan en la fiebre de mi tiempo. Ese momento, yo no creo que se pueda describir. Es llanto, risa, vida plena, una forma de morir. Ese momento, te considero tan egoístamente mío. Ese momento, yo lo espero siempre y cada atardecer, miro la puerta, ese espacio donde vas a aparecer. Ese momento te considero tan egoístamente mío.